
Viví toda mi infancia y adolescencia en Villa Insuperable, a dos cuadras de Mataderos. ¿Qué separaba a los dos barrios?: “El puente”.
Recuerdo mi curiosidad más allá de Avenida de Los Corrales, ya que desde pequeña sólo podía cruzar el puente acompañada… Siempre resonaba en mí:“No vayas para el lado del puente:, y más crecía mi interés como si fuera una tierra desconocida y sólo para niños acompañados por adultos.
La cosa era simple; en Villa Insuperable sólo pasaba cerca el “63” que nos llevaba a Flores, cruzando el puente teníamos muchos colectivos, y ¡ni hablar de tomar un colectivo abajo del puente! (la colectora no estaba hecha), bajar esa escalera que nos llevaba a vaya saber donde…
Cuando cruzaba el puente de la mano de un adulto jugaba a esquivar los autos que pasaban por debajo de él, por la Gral. Paz, ese juego se repetía siempre. Era una mezcla de adrenalina y diversión.
Ya de joven cuando iba a la facultad, todas las mañanas “acompañada” lo cruzaba de nuevo para tomar desde la terminal de Saladillo y Corrales el famoso 155 (actual 180) que muchas veces nos hacía esperar más de una hora.
Recién en los 90 comencé a cruzar el puente de todas las maneras posibles: a pie, corriendo, en moto, sola, acompañada, comenzaba a trabajar en una escuela a dos cuadras pero del otro lado del puente.
Ya dejaba esos miedos y fantasías y comenzaba una etapa de mi vida de independencia y algo más de madurez Ja! “Crucé el puente”.
Vivo en Mataderos desde 1993. Cada día quiero más sus calles y sus tradiciones.
Casada con un hombre maravilloso, una hermosa casita, amigos que adoro, una familia que quedó del otro lado del puente, pero que cruzo a verlos sin dudas, dos escuelas donde puedo crecer día a día enseñando música y un dulce perrito. Vivo una vida feliz.
La vida está llena de anécdotas, lo que para Neil fue la Luna, para mi es Mataderos.

Pude clavar mi bandera.
Carina Bosotti
1 comentario:
Quería enviarles una foto actual del famoso puente.
Al fondo el Mirador Salaberry de Mataderos.
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